Nació en el
seno de una familia cristiana, siendo el penúltimo de 8 hermanos. Su padre era
agente de cambio y murió cuando el contaba con cinco años. Durante una
experiencia profunda de oración, Murialdo siente en su corazón el deseo de
consagrarse al Señor totalmente. Piensa ingresar a un convento de Capuchinos,
pero Nadino, antes de las grandes decisiones, siempre consulta a su guía
espiritual. Éste, conociendo profundamente el carácter de Leonardo y sus
cualidades, le dice que esa no es la voluntad de Dios, y le aconseja entrar más
bien en un seminario. Nadino, obediente, entra en seminario como externo.
Estudió en
el Colegio de los Padres Escolapios de Savona desde 1836 hasta 1843, y luego ingresó a la
Universidad de Turín para estudiar teología,
obteniendo su título en 1850.
Al año
siguiente, el Arzobispo de Turín, Monseñor Ferré, lo ordenó
sacerdote en 1851. Ese mismo año murió su madre
a causa de una penosa enfermedad.
En 1857, siendo aún sacerdote diocesano,
Murialdo no ingresa a los Salesianos, pero colabora con San Juan Boscoen los
oratorios de dicha congregación en Turín.
Viajó
a Francia, donde estudió Teología y
Apologética en el Seminario de
San Sulpicio de
París, durante dos años, y regresó a Italia en 1866, para asumir la dirección
del Colegio Los
Artesanitos de
Turín, fundado por el sacerdote italiano, Padre Juan Cocchi.
Fundó
en 1873, la 'Pia Sociedad de San José de Turin', más conocida mundialmente
como Josefinos de Murialdo(Congregación de San José),
destinada a la educación de los niños y jóvenes.
El Padre
Murialdo murió de una romina pulmonía fulminante en Turín el 30 de marzo de 1900, a la edad de 71 años. Fue beatificado en 1963. Luego fue al altar, se
convirtió en santo.
El 9 de octubre de 1936
los Padres Victorio Gagliardi y José Bossoni daban inicio en Buenos Aires a la
actividad josefina, constituyendo con el Padre Agustín Gastaldo (delegado de
Brasil), la comunidad de “Cristo Obrero”, dependiente religiosamente de la
viceprovincia de Brasil.
Después de la fundación
de las obras de Mendoza: Villa Nueva, Guaymallén y Rodeo del Medio;
Villa Bosch y Morrison,
el Consejo General de la congregación erigió la provincia argentino-chilena “San
Jerónimo Emiliano”, el
26 de octubre de 1946.
En enero de 1939 llegan
a Villa Nueva, Guaymallén, un sacerdote, el Padre Victorio Gagliardi, y dos
hermanos coadjutores: José Gasparini y Francisco Mazzola, para hacerse cargo de
una obra,
Humilde y sencilla en
sí, pero útil y necesaria a la sociedad: una casa-hogar, un instituto educativo
que a la vez sirviera de hogar para los niños y jóvenes de la zona.
Se establecieron en un
inmueble originado de manos de una bienhechora: doña Lucila
Barrionuevo de Bombal,
construido antes del terremoto que azotó a Mendoza en 1861. Un largo edificio sobre
Carril Nacional (hoy Bandera de los Andes), con sus murallones de adobones, sus
ventanas con rejas, portón y puertas de madera dura, envejecida y raída por el
tiempo, constituía la parte edilicia.
Rodeado de cañaverales y
habitado por todo tipo de roedores típicos del medio.
También había un
altillo, dormitorio de murciélagos, hecho de caña y barro, utilizado a mediados
del siglo pasado como fortín de defensa de los ataques de los malones
indígenas.
Se habilitaron entonces
unos talleres muy modestos.
El 1º de marzo de 1939
la algarabía de los primeros pupilos rompía la monotonía del silencio aprisionado
entre esas añejas paredes.
Se pretendió hacer una
escuela similar al colegio de Turín que fuera de artes y de oficios.
En 1940 se inició un
proyecto para dos plantas y por deficiencias en la construcción se demolió.
En 1941 se construyó el
primer salón de actos que fue utilizado hasta 1988 como aulas. Su edificación
estuvo a cargo del constructor Alberto Pascual Ferro.
En 1948 se levantó la
Iglesia “La Purísima”, un templo sobrio, acogedor y cómodo que no solamente
satisface las exigencias del Instituto sino que se presta a la comodidad de los
feligreses de la zona.
Para que los alumnos de
la escuela primaria pudieran terminar su ciclo de formación intelectual y completar
la formación moral de los jóvenes, se inició en 1956 la Sección Comercial, que
llega este año 1989, a la 29º promoción.
A tal fin, con la ayuda de la señora de Bombal
y la abnegación de aquellos Padres, se construyó el actual cuerpo central del
Instituto, consistente en nueve aulas y un hermoso salón de actos. Estas dependencias,
a pesar de los años, mantienen su funcionalidad.
Fueron
forjadores, a comienzos de los años 40, del llamado Hogar del Niño Obrero en la
cada vez más populosa y pujante Villa Nueva. Ésta crecía al ritmo sostenido de
esos tiempos y continuadores de aquel mensaje evangelizador que rescataba los
valores del amor, la caridad, la educación y la formación ética y moral.
Un hogar
de puertas abiertas en sus inicios destinados a brindar alojamiento, cuidados y
protección a 30 chicos huérfanos en una zona tan importante del departamento de
Guaymallén.
Esta
acción se extendió posteriormente a otros niños de condición humilde,
carenciados y necesitados de un pedazo de pan bajo el régimen de pupilos o semi
pupilos.
Doña Lucila Barrionuevo, que había sido la
gran protectora, la primera benefactora, al donar los terrenos de aquel cálido
hogar donde crecieron y se formaron tantos jóvenes como personas de bien.
El hogar
se convirtió en un colegio primario y secundario que, con el tiempo, dio origen
al Instituto Leonardo Murialdo, donde, en 1945, por citar un ejemplo, 2.000
alumnos concurrían a sus aulas de primero a sexto grado.
Los
jóvenes también aprendían el trabajo diario en la huerta y la chacra del
colegio y se preparaban para integrar la Banda de Música y el Coro de Niños
Cantores de Murialdo, que se hizo tan conocido en la provincia como en el país
y que también recorrió Europa.
Se los
recuerda sobriamente vestidos y perfectamente formados con sus pantalones
largos, camisas y gorros marineros blancos, dirigidos en sus comienzos por el
maestro Víctor Volpe.
Fueron
forjadores, a comienzos de los años 40, del llamado Hogar del Niño Obrero en la
cada vez más populosa y pujante Villa Nueva. Ésta crecía al ritmo sostenido de
esos tiempos y continuadores de aquel mensaje evangelizador que rescataba los
valores del amor, la caridad, la educación y la formación ética y moral.
Un hogar
de puertas abiertas en sus inicios destinado a brindar alojamiento, cuidados y
protección a 30 chicos huérfanos en una zona tan importante del departamento de
Guaymallén.
Esta
acción se extendió posteriormente a otros niños de condición humilde,
carenciados y necesitados de un pedazo de pan bajo el régimen de pupilos o semi
pupilos.
Mesa
evoca que su papá trabajaba con Domingo Lucas Bombal, que era hijo de doña
Lucila Barrionuevo, que había sido la gran protectora, la primera benefactora,
al donar los terrenos de aquel cálido hogar donde crecieron y se formaron
tantos jóvenes como personas de bien.
El hogar
se convirtió en un colegio primario y secundario que, con el tiempo, dio origen
al Instituto Leonardo Murialdo, donde, en 1945, por citar un ejemplo, 2.000
alumnos concurrían a sus aulas de primero a sexto grado.
Los
jóvenes también aprendían el trabajo diario en la huerta y la chacra del
colegio y se preparaban para integrar la Banda de Música y el Coro de Niños
Cantores de Murialdo, que se hizo tan conocido en la provincia como en el país
y que también recorrió Europa.
Se los
recuerda sobriamente vestidos y perfectamente formados con sus pantalones
largos, camisas y gorros marineros blancos, dirigidos en sus comienzos por el
maestro Víctor Volpe.
Fueron
forjadores, a comienzos de los años 40, del llamado Hogar del Niño Obrero en la
cada vez más populosa y pujante Villa Nueva. Ésta crecía al ritmo sostenido de
esos tiempos y continuadores de aquel mensaje evangelizador que rescataba los
valores del amor, la caridad, la educación y la formación ética y moral.
Un hogar
de puertas abiertas en sus inicios destinado a brindar alojamiento, cuidados y
protección a 30 chicos huérfanos en una zona tan importante del departamento de
Guaymallén.
Esta
acción se extendió posteriormente a otros niños de condición humilde,
carenciados y necesitados de un pedazo de pan bajo el régimen de pupilos o semi
pupilos.
Mesa
evoca que su papá trabajaba con Domingo Lucas Bombal, que era hijo de doña
Lucila Barrionuevo, que había sido la gran protectora, la primera benefactora,
al donar los terrenos de aquel cálido hogar donde crecieron y se formaron
tantos jóvenes como personas de bien.
El hogar
se convirtió en un colegio primario y secundario que, con el tiempo, dio origen
al Instituto Leonardo Murialdo, donde, en 1945, por citar un ejemplo, 2.000
alumnos concurrían a sus aulas de primero a sexto grado.
Los
jóvenes también aprendían el trabajo diario en la huerta y la chacra del
colegio y se preparaban para integrar la Banda de Música y el Coro de Niños
Cantores de Murialdo, que se hizo tan conocido en la provincia como en el país
y que también recorrió Europa.
MEMORIAS DEL CONTADOR CARLOS EDUARDO AGUILAR SOBRE LA FUNDACION DEL
INSTITUTO MURIALDO
Se los
recuerda sobriamente vestidos y perfectamente formados con sus pantalones
largos, camisas y gorros marineros blancos, dirigidos en sus comienzos por el
maestro Víctor Volpe.
Nuevo
edifico
En 1971, después de
muchos años de estudio y anteproyectos, se aprobó el plano definitivo de una
planificación, que se hacía, año tras año, necesaria y urgente.
Esto no se podía
concretar sin poner la mano encima a lo que tantos recuerdos suscitaba en el ánimo
de muchos ex – alumnos: el parral y los pinos, la pajarera, la capilla que fue,
con el pasar de los años, secretaría, dirección, biblioteca, sala de jardín...
A partir del 2 de mayo
de 1977 todo esto fue lenta y paulatinamente desapareciendo para dejar
lugar al nuevo edificio.
El primer domingo de
mayo de 1977, se procedió a la bendición de la primera piedra...
El 18 de marzo de 1979
se inauguraron las nuevas instalaciones.
Amplias y cómodas
dependencias administrativas, siete aulas, llenas de luz, un laboratorio funcional,
una cómoda sala de dactilografía, y un hermoso salón de reuniones (donde ahora
funciona la biblioteca), constituyen la ampliación del Instituto Murialdo.
Con el correr del tiempo
se hizo necesaria la ampliación de los Jardines de Infantes.
En el año 1986 comienza
su edificación en la parte sur del Instituto, como un edificio separado de la
escuela primaria y secundaria. El Jardín de Infantes fue concebido con una
arquitectura moderna y adecuada infraestructura.
El sector de patios
permite el esparcimiento de los alumnos, con una amplia forestación.
Se derivó el acceso por
el sector Sur, atendiendo a las necesidades de facilitar la entrada de gran
cantidad de vehículos en corto tiempo.
La distribución
realizada permite considerar las necesidades integrales requeridas por jardines
modernos, contando con dos amplias aulas.
El conjunto cuenta con
un hall distribuidor que permite acceder a cualquier sector sin interferir con
las tareas educativas.
Se cuenta con una
capilla, a la que los alumnos tienen acceso permanente, para la oración comunitaria
o individual.
Para la atención de los
padres, por parte de los maestros o Gabinete Psicopedagógico, se cuenta con una
sala acondicionada como privado.
Los sanitarios para
niños son accesibles, desde el interior y desde el patio de recreo y tienen como
premisa que los alumnos mantengan durante el uso de los mismos, su intimidad,
pero a la vez puedan ser supervisados por los docentes. Todos los equipamientos
han sido diseñados con adecuación a la edad de los usuarios.
El salón de usos
múltiples, adecua para ser utilizado como salón de actos, de música, para clases
de educación física en época invernal, etc.
Nuevo Edificio – 1989
Durante largos y varios
años una parte del turno mañana y tarde, funcionaban en edificios diferentes al
edificio central.
Respondiendo así al
carácter de funcionalidad con que deben responder los mismos, se decidió unir
todo el turno mañana en un mismo edificio, afectando de la misma manera al
turno tarde. Es así que se decidió construir un nuevo edificio, separado de la
sección secundaria y pre-escolar.
La construcción se
comenzó a principios del año 1988 y estuvo a cargo del ingeniero Daniel
Dottori, supervisando
los padres José Manzano y Silvio Fracasso.


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